En nombre de esa audiencia se ha pontificado lo que se “debe” escuchar, un canon sonoro establecido sin escuchar lo suficiente a eso que aglutinan en el término. Y, en ese sentido, las salas de edición y de locución han insistido -insisten- en la producción radiofónica estándar, los locutores y sus impostaciones conocidas, los refraneos gastados, los hits musicales de siempre, los noticieros y sus seriedades conocidas y de forzada independencia, los magazines (revistas) radiales con el concurso manido, gastado y la improvisación facilista.
Una cabida más amplia al chirrido de una puerta vieja, los claxon chillones, la queja de un niño, el soplido de un viento que se cuela entre los muros, el hielo que cruje al deshielarse, el ronquido de una mujer agotada, los tecomates de las ceremonias mayas, las ocarinas de nuestros mundos indígenas, el tambor y los clarinetes de una sinfonía incompleta, las hojas de capulí que se soplan para hacer música, el sonido de un orgasmo incompleto, la risa del viejo, el llanto de un ave, el chasquido de nuestras lenguas, las malas palabras bien puestas (y las mal puestas), los sonidos de los regímenes democráticos y de los autoritarismos-democráticos, de las ciudades posfordistas y posmodernas…
Entonces.
- El #ManifiestoSonoro habla de audiencias, porque las diversidades existen, en sus versos y alegrías, formas y sexualidades, oídos y lenguas…
- El #ManifiestoSonoro no solamente se quedará en “lo bonito” o “lo feo” que se escucha un producto sonoro. Los sentires no son binarios, son múltiples. Expandir el sentimiento.
- El #ManifiestoSonoro señala que la palabra “bien hablada” tiene un reinado largo e incuestionable. No negamos el uso adecuado del lenguaje, pero el purismo en el correcto hablar oculta y desdeña otras expresiones, acentos, decires. Que los micrófonos ni las grabadoras se cierren a estas expresiones.
- En esa misma línea, el #ManifiestoSonoro apuesta por democratizar el lenguaje radiofónico. La palabra, es un elemento más, entre otros, como el silencio. Pero impera la palabra, se jerarquiza el orden de los elementos sonoros de la radio. No existe tal: todos estos elementos son horizontales, circulares, reticulares.
- El buen sonido, limpio y claro, es necesario, pero en este #ManifiestoSonoro no es una condición indispensable para hacer radio. Los ruidos, los sonidos poco entendibles, lo marginalmente sonoro, también tienen un espacio en el arco de nuestros sentires y pensares.
- Las intros, los outros, los saludos, el dicho de las horas, las distancias frente al micrófonos, los “silencios” en la cabina, entre otros, pueden atenderse, pero su imposición y exigencia desmedida impiden la naturalidad y familiaridad del mundo radiofónico. En el #ManifiestoSonoro queremos que la radio no sea un espacio para “entendidos”. El sonido es universal.
- No desechamos los formatos radiofónicos cuyas fórmulas han dado fruto y han enamorado como nunca a oyentes de diversos lados del mundo, pero apostamos por la experimentación de los mismos. El #ManifiestoSonoro es un llamado para mezclar, hibridar, enriquecer lo sonoro con lo digital, y sus herramientas. Desafiar las formas de producción, los espacios de producción.
- A renglón seguido: las cabinas tienen su razón de ser. Útiles. Pero la exigencia de las cuatro paredes afelpadas rompe con los otros sonidos en el exterior. Se divorcian. En las producciones, optan por su versión digitalizada. Por eso, en el #ManifiestoSonoro se considera que el acto de insonorizar es violentar, en cierta forma, los sonidos en su manifestación plena.
- Hagamos del ambiente natural, la “cabina sin paredes”. Que las cuñas, los spots, los radioteatros se hagan no solamente en vivo, sino que se graben ahí para emitir posteriormente. El #ManifiestoSonoro opta por toda forma de producción, más allá de las paredes que nos sugieren rigideces.
- Valoramos y apelamos a la experimentación, sin embargo, las producciones de sonidos tan personales pueden convertirse en formas individuales y aisladas que no involucran a otras audiencias. En este #ManifiestoSonoro no queremos ir, de las producciones conocidas y establecidas a la experimentación pura. Los purismos no han funcionado, en ninguna parte. Queremos hacer de ambos extremos un arco amplio donde transitar con múltiples formas y sonidos, toda producción sonora.
- Democratizar la palabra, sí; democratizar el espectro radioeléctrico, sí. Pero en el #ManifiestoSonoro el sentido de democratizar, subrayamos, la apuesta por diversificar y ampliar todos los sonidos, no solo en su producción sino en su emisión. Democratizar los lugares de producción; que la profesionalización no se convierta en una barrera para que otros se adueñen y se apropien de lo que pueden emitir y lo que pueden oír. Democratizar: sonoramente diversos.
- Y, en este documento, no cerramos ni dejamos escrito en piedra ningún dogma sonoro. Este #ManifiestoSonoro es lo anti-sonoro de lo establecido, venga de donde venga. Cualquier forma o manifestación de estandarizar, será un espacio que miraremos con crítica radiofónica. Una crítica por deconstruir, y volver a construir.
Un #ManifiestoSonoro donde queremos pasar, por qué no, a estados de escucha atenta, de entornos sonoros multi-sensoriales. Que este escrito interpele a quien puso las líneas de provocación, y que otros provocadores también se sumen… Desde sus propios sonidos.
Tú, ¿qué pondrías en este Manifiesto?